En la década de los 90, coincidiendo con una corta estancia suya en Zaragoza, tuve ocasión de conocer al profesor Hirschowitz, padre del primer endoscopio flexible comercial que era un gastroscopio (1961). Hubo otros intentos anteriores de construir aparatos que permitieran ver el interior del tubo digestivo pero menos logrados.
Mis comienzos como endoscopista se remontan a la segunda mitad de la década de los años 70. Contábamos ya con gastroscopios y colonoscopios y pocos años después empecé a utilizar el duodenoscopio de visión lateral para trabajar las vías biliares y el páncreas. Las cosas habían mejorado notablemente pero seguíamos utilizando la fibra de vidrio para transmitir una luz fría y obtener imágenes del tubo digestivo.
Comparados con los de ahora, particularmente los colonoscopios de fibra resultaban rígidos y duros, para el endoscopista y muchos de nuestros pacientes de entonces, con poca o ninguna sedación, todavía recuerdan el momento. El salto de la fibra de vidrio al microchip y a la imagen electrónica fue importante. Actualmente, disponemos de videoendoscopios con imagen de alta definición y posibilidad de magnificación que además son extraordinariamente dúctiles y flexibles. Los avances tecnológicos junto con la utilización sistemática de sedación administrada por expertos, han hecho que las sensaciones y experiencias de mis primeros pacientes explorados con los endoscopios de entonces difieran mucho de las actuales, mucho más satisfactorias.
Otro cambio radical: la endoscopia que practicábamos en mis comienzos era mayoritariamente diagnostica; progresivamente la vertiente terapéutica ha experimentado un enorme desarrollo desplazando, por sus menores tasas de complicaciones y los menores costos, a la cirugía. Hoy, procesos como la extracción de cálculos de colédoco, tratamiento de obstrucciones benignas y malignas de las vías biliares y de distintas porciones del tubo digestivo, manejo de las hemorragias digestivas que no ceden con tratamiento médico, resección de grandes pólipos histológicamente no evolucionados y un largo etc son terreno casi exclusivo del endoscopista, al menos en aquellos centros que cuentan con profesionales avanzados.
Dentro de este panorama en continua evolución, la aparición de la ecoendoscopia me parece uno de los avances más importantes que he tenido ocasión de conocer. Hace más de una década, algunos jefes de unidades de los dos grandes Hospitales públicos de nuestra Comunidad Autónoma, convencidos de la importancia de la ecoendoscopia, iniciamos los trámites oportunos para disponer de esta nueva tecnología. La espera fue larga pero finalmente se consiguió que estuviera en los servicios de aparato digestivo-endoscopia y neumología de los dos hospitales. Los resultados recogidos en los últimos 7-8 años confirman lo acertado de la decisión.
Ahora, mi actividad profesional es únicamente privada y se desarrolla en el Hospital Quirón Parque de Zaragoza. En este centro, una vez más un colectivo constituido por médicos de las unidades de aparato digestivo- endoscopia, cirugía y oncología llegamos a la evidente conclusión de que lo que era bueno para la medicina pública no debía faltar en la privada. El resultado práctico de esta idea ha sido la primera Unidad de Ecoendoscopia Digestiva privada de nuestra Comunidad Autónoma. Tengo además la enorme satisfacción de que su responsable sea el Dr. Uribarrena Amézaga. Muy probablemente, y en plazo breve se unirán los neumólogos. Ya tenemos los primeros resultados y están siendo muy positivos…pero esto no ha hecho más que empezar.